
Imagen extraída de Pixabay
Él me mira con ojos extraños, carentes de preocupación. ¡Años en compañía para terminar con esa mirada! Entonces, resta tirarme del mirador en el que estamos, que da hacia el río. Me encuentro ahora en límpidas y tranquilas aguas… me hallo nada más y nada menos que en el cielo. Doy la vuelta para volver a ver a mi compañero, pero solamente alcanzo a divisar su frente. Él no me puede ver más. Sigue leyendo
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