
Érase una vez una adolescente que desde la infancia gustaba de coleccionar juguetes de moda y figuras de acción de sus personajes favoritos. Se llamaba Magali y provenía de una familia creyente. Debido a que era hija única y no tenía otros parientes coetáneos con quienes compartir su tiempo, los padres -quienes trabajaban todo el día- pensaban que eso se podía solucionar comprándole los juguetes que ella quería. Un día, ambos comenzaron a considerar que esta actitud hacia su hija era contraproducente cuando trataron de transmitirle el significado de la Navidad, para lo cual se propusieron no regalarle nada en esa fecha, y sus berrinches generaron enojos en los vecinos. Ese fue el único intento por hacerla cambiar, pues creían que no tenían tiempo para dedicarse a corregirla.
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