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En sus escasos tiempos libres, la oficinista Sofía gustaba de leer obras literarias del género fantástico. Particularmente, una novela en la que el protagonista, Dante el sublime, era su ídolo momentáneo. Una noche, luego del trabajo, ella se dispuso a mirar la televisión y se encolerizó al ver que una de sus historias favoritas era “deformada” por una película, cuyo papel principal se lo dieron a Denis, un actor que no se parecía en nada a Dante. Sigue leyendo