Periociudad VII: Crecer con las palabras

En la entrada al Museo de Periodismo, desde lejos, resaltaban dos grandes pilares y los trabajadores de medios de comunicación provenientes de ciudades lindantes, dado que la institución se ubicaba casi en las afueras de la urbe. La mañana del martes era clara, así que Rebeca pudo divisar a varios excompañeros de trabajo. Se apresuró para llegar a las acreditaciones y se unió al grupo, que minutos más tarde ingresó al lugar para rodear a representantes políticos que daban apertura al acto por la Semana del Periodismo. La jornada había llevado a la joven al citado lugar porque debía armar una crónica alusiva para Periociudad Cultural, el suplemento del domingo, que estaría dedicado al tema, según acordó con sus colegas (quienes también aportaban en el ejemplar).

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Periociudad VI: Enfrentamiento, acción y cambio

Una niña de seis años esperaba que la pasaran a recoger de la escuela. Ese día habían entregado a los alumnos el boletín de calificaciones, y en el de ella se reflejaba que era de los mejores estudiantes. Sus ojos marrones y grandes miraban hacia lo lejos con expectativa, aumentada porque algunos padres ya llegaban, sus hijos les mostraban las notas y recibían sonrisas, felicitaciones, abrazos. Hasta que apareció una mujer de 25 años que ella veía alta, delgada, de ojos castaños claros y cabello oscuro recogido en una cola de caballo lisa y estirada. Su nombre era Martina y era licenciada en Letras. Cuando se acercó, la niña le sonrió, extendió su libreta y le dijo:

—¡Tía! Mirá, dieces en todas las materias.

La mujer de rostro serio se interesó más por la mochila de la pequeña que por el documento y le dijo:

—Así tiene que ser, para eso me quito tiempo y me ocupo de tu educación, y no para que lo desperdicies en malas notas. Guardá eso y lo miro en la casa. Rápido, Rebeca, hay muchas cosas para hacer en la librería. —Agarró su mano y comenzó a llevarla de los tirones, porque la niña no caminaba tan rápido. Luego, le miró la cabellera brillante, ondulada y semirrecogida en un moño. —Tu pelo está horrible. Pero bueno, si lo corto más va a quedar peor.

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